Etiqueta: infraestructura verde
“—Es la propia vida la que aumenta la capacidad de un sistema cerrado para sustentar la vida —dijo su padre—. La vida aumenta la disponibilidad de nutrientes. Infunde más energía al sistema gracias a los enormes intercambios químicos que se producen de organismo a organismo.”
Dune, Frank Herbert (Herbert, 2020, pp. 407-408)
Infraestructura verde, soluciones basadas en la naturaleza, ecología urbana, servicios ecosistémicos, biodiversidad urbana, ¿renaturalización o naturalización? alimentación urbana… Si estas palabras clave te interesan, estás en el lugar apropiado, así que sigue leyendo.
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La máquina que irrumpe en la naturaleza
Estamos matando aquello que amamos, nuestro edén. No podemos existir en el mundo natural “sin poner en marcha la máquina que lo destroza”, como decía Edward O. Wilson (Wilson, 2021, p. 026).
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
A lo largo de generaciones, nuestro alejamiento y ambición de dominio sobre el entorno y los demás seres vivos junto a una comodidad creciente, ha fomentado la idea de la naturaleza como oposición a la ciudad.
Ya os hablaba en el artículo «Biofilia, integración de naturaleza y arquitectura» sobre la ceguera vegetal en la que estaba inmersa la humanidad. Hemos llegado a ser incapaces de percibir las plantas en nuestro entorno (Wandersee & Schussler, 1999). A esta ceguera, habría que sumar el aumento del dominio de “la máquina” que nos facilita la vida para provocar la desconexión con el medio natural.
La sociedad urbana y el medioambiente, han crecido por separado, es más, los humanos han ocultado los ciclos naturales en las ciudades o los han alejado. Según Michael Hough, nos enfrentamos a una problemática asociada muy amplia (Hough, 1998, p. 002). El crecimiento urbano, se ha desarrollado más con fines económicos que con una finalidad medioambiental o social, por lo tanto, se ha prestado poca atención a los procesos naturales que podrían dar forma a nuestras ciudades. Hemos sustituido un entorno fértil con bosques, campos, ríos… por uno estéril.
Ahora, después de la pérdida, nos damos cuenta que necesitamos naturaleza y corremos a encontrarnos con ella los fines de semana (Rejón, 2021).
La ciudad introduce procesos que contribuyen a contaminar el medioambiente. Por el camino, generamos una tierra estéril donde no se aprovechan los recursos y los subproductos que se generan. Es más, sólo se entienden los parques urbanos como espacios de disfrute y se ignoran el resto de beneficios que nos aportan.
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¿Para quién?
A esta problemática, tenemos que añadir unos valores estéticos separados de los procesos naturales, donde las plantas espontáneas son tachadas de “basura” por gran parte de la sociedad (Barba, 2022). No se entiende que la vegetación pasa por un ciclo donde su aspecto cambia y que ofrecen todo un catálogo de beneficios. Además, en el mundo no somos los únicos seres vivos, hay otros que nos acompañan y tienen sus necesidades.
El otro día en LinkedIn, cuando hice un post sobre mi participación en la mesa de diálogo “Naturaleza urbana, sí, pero ¿cómo y para qué?” en el Foro de las Ciudades, mi compañero de mesa Gabino Carballo, que es un defensor de la naturaleza y conoce de primera mano la problemática, abrió el debate allí mismo preguntándose: naturaleza “(…) ¿Para quién? ¿De verdad queremos más verde o solo es algo que decimos para quedar bien? ¿Quién quiere verde y por qué? Y más importante aún: ¿por qué tanta gente no quiere verde? (…) ”.
La naturaleza molesta, trae bichos, genera suciedad… Si parte de la sociedad no entiende para qué necesitamos renaturalizar nuestro entorno ¿para qué molestarnos?
Hace falta mucha educación para llegar a entenderlo. Aunque esa parte de la sociedad no lo sepa, necesitamos la infraestructura verde, nos acerca a nuestro hábitat natural y nos ofrece una larga lista de beneficios.
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Nuestro hábitat natural y cómo lo seleccionamos
Todos los seres vivos seleccionan su hábitat en función a su anatomía y fisionomía. Es el primer paso que dan para lograr su supervivencia (Wilson, 2021, p. 170). Existen determinadas condiciones ambientales para decantarse por un lugar u otro: humedad, temperatura, luz…
Edward O. Wilson decía que sería interesante preguntarse sobre el hábitat preferido del ser humano (Wilson, 2021, p. 173). Aunque puede pensarse que la humanidad es la única especie que puede vivir en cualquier parte, no es del todo cierto. Las personas manipulan el entorno de manera constante para mantener unas condiciones ambientales dentro de un margen. Cuando hemos pasado el nivel de subsistencia, es cuando invertimos tiempo en mejorar la apariencia, para hacerlo más habitable con criterios estéticos.
Al igual que otros animales, los humanos eligen sus hábitats según mecanismos de orientación y de un aprendizaje asentado a lo largo de generaciones.
Según Edward O. Wilson, hay pruebas arqueológicas que apuntan a que los primeros seres humanos vivieron en las sabanas africanas y luego en las praderas europeas y asiáticas. Es posible que la capacidad de andar de pie, fuera el factor determinante para la elección de este tipo de paisaje, donde poder recolectar frutas, tubérculos y cazar. Estos hechos están vinculados con lo que se conoce como “La Hipótesis de la Sabana” enunciada por Gordons Orians en 1980. Según su formulación, el ambiente por el que sentimos atracción se compone de tres elementos clave característicos de la sabana:
- Espacios abiertos con árboles, con abundancia de alimentos animales y vegetales en un paisaje donde fuera fácil localizarlos.
- Elevaciones topográficas, para vigilar extensiones de terreno amplias, junto con cuevas que servían de refugio nocturno.
- Vistas a superficies de agua, que proporcionan alimento y bebida, además de ser perímetros de defensa natural, pues pocos enemigos de los humanos podían cruzar las aguas profundas.
Este era el paisaje que buscaba el humano prehistórico, ahora, aunque compartimos esa necesidad de supervivencia, por lo general, es posible que no la saciemos en ese mismo entorno. Sin embargo, estas tendencias han pasado de ser necesidades vitales a ser necesidades estéticas de tal forma que las personas, cuando llegan a un lugar nuevo, tienden a ir a lugares altos y les gusta pasear por lugares con agua y arbolado. De esta manera, podría llegar a entenderse como estos elementos característicos de la sabana, pasaron a ser principios de diseño paisajístico.
Es más, existen numerosas teorías e hipótesis que tratan de entender la evolución de las preferencias para la elección de un paisaje u otro. Por si queréis profundizar en el tema desde la etnobiología, un equipo de científicos de diferentes universidades brasileñas (Moura et al., 2017), hacen esta recopilación donde apuntan que los humanos prefieren:
- Entornos naturales abiertos (Appleton 1975)
- Entornos naturales similares a la sabana (Orians 1980)
- Entornos naturales con agua (Ulrich 1983)
- Bosques abiertos y cerrados (Blumenschine 1986)
- Bosques cerrados (Andrews 1989)
- Entornos muy verdes con agua limpia (Kaplan and Kaplan 1989; Kaplan 1995)
- Cualquier entorno natural que ofrezca condiciones de supervivencia, reproducción y bienestar (Orians 1980; Orians and Heerwagen 1992)
De hecho, el organismo público del gobierno británico “Natural England” recomienda tener un espacio verde de al menos (Natural England, 2010):
- 2 hectáreas a no más de 300 m de distancia desde cada casa (unos 5 min a pie).
- 20 hectáreas a 2 km
- 100 hectáreas a 5 km
- 500 hectáreas a 10 km
(Con un mínimo de 1 ha por cada 1000 habitantes)
Foto de Jeremy Bezanger en Unsplash
No obstante, ya os hablé sobre nuestra necesidad de naturaleza en «¿Cuánta naturaleza necesitas? Érase una vez los baños de bosque”, así que parece lógico que tengamos preferencia por los entornos naturales a la hora de seleccionar nuestro lugar para vivir.
Además de elegir “el mejor” entorno, los seres vivos lo modifican en mayor o menor medida para adaptarlo a sus necesidades. Esta modificación forma parte del ecosistema, de tal manera que existe una suerte de simbiosis que hace que todo funcione en equilibrio. Sin embargo, los seres humanos han llevado al límite esta modificación y han creado un desequilibrio que altera las condiciones del planeta y contribuye así a generar el cambio climático.
Seguramente esto por sí solo no convenza a las personas escépticas, así que vamos a poner sobre la mesa lo que nos aporta la naturaleza.
Diagrama: cómo crear historias | Fuente: Natural England, 2010
Naturaleza ¿para qué?: los servicios ecosistémicos
No hay más que ver la amplia cantidad de beneficios que aporta la naturaleza para convencer a las personas escépticas de la necesidad de incluirla en nuestras ciudades. Estos recursos que nos benefician son los conocidos servicios ecosistémicos. Son un conjunto de funciones formalizadas por la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, organizada por Naciones Unidas.
Tras un estudio de cuatro años realizado por una comunidad científica internacional, los servicios ecosistémicos quedaron agrupados en (Millennium Ecosystem Assessment, 2005, p. 40):
Servicios de Apoyo: los necesarios para la producción de los demás servicios.
- Formación del suelo: muchos servicios dependen de la fertilidad del suelo.
- Fotosíntesis: producción de oxígeno.
- Producción primaria: los organismos asimilan o acumulan energía y nutrientes.
- Ciclo de nutrientes: dispersión y reciclaje de nutrientes esenciales para la vida que se trasladan y mantienen en los ecosistemas.
- Ciclo del agua
Servicios de Abastecimiento: los productos que se obtienen de los ecosistemas.
- Alimentos: derivados de plantas, animales y microbios
- Fibras: como la madera, el yute, algodón, cáñamo, seda, lana…
- Fuentes de energía: madera, estiércol y otros materiales biológicos que pueden servir como combustible.
- Recursos genéticos: genes e información genética
- Productos bioquímicos: medicinas naturales y productos farmacéuticos.
- Recursos ornamentales
- Agua dulce: necesaria para que exista la vida.También puede ser una fuente de energía y un servicio de apoyo.
Servicios de Regulación: los que se obtienen de la regulación de los procesos de los ecosistemas.
- Regulación de la calidad del aire: aportan y extraen productos químicos de la atmósfera.
- Regulación del clima: a escala local (por ejemplo, cambios en la cobertura del suelo pueden afectar a la temperatura y a la precipitación) y global (los ecosistemas secuestran o emiten gases de efecto invernadero).
- Regulación del agua: el suelo regula la escorrentía, las inundaciones y la recarga de acuíferos.
- Regulación de la erosión: la cubierta vegetal retiene el suelo y previene deslizamientos de tierra.
- Depuración de aguas y tratamientos de residuos: los ecosistemas pueden ayudar a filtrar, eliminar y descomponer los desechos.
- Regulación de enfermedades: los cambios en los ecosistemas pueden aumentar la cantidad de enfermedades de transmisión.
- Regulación de plagas: los cambios en los ecosistemas afectan a la proporción de plagas en cultivos y ganadería.
- Polinización: los cambios en los ecosistemas afectan a la distribución, abundancia y eficacia de los polinizadores
- Regulación de los peligros naturales: la presencia de ecosistemas costeros como manglares y arrecifes de coral, pueden reducir el daño causado por huracanes y olas grandes.
Servicios Culturales: los que obtienen las personas a través de la recreación y experiencias estéticas.
- Diversidad cultural: la diversidad de ecosistemas contribuye a la variedad cultural.
- Sistemas de conocimiento y descubrimiento científico
- Valores educativos
- Inspiración: para disciplinas como el arte y arquitectura entre otras.
- Valores estéticos: muchas personas encuentran belleza en los ecosistemas y lo vemos a la hora de disfrutar de entornos naturales y de elegir nuestro hábitat, como ya comentaba en el anterior apartado.
- Relaciones sociales
- Sentido de identidad y pertenencia a un lugar
- Valores del patrimonio cultural: muchas sociedades otorgan un alto valor al paisaje cultural y su mantenimiento.
- Valores espirituales y religiosos: muchas religiones asignan este tipo de valores a los ecosistemas o a sus componentes.
- Recreación y ecoturismo: las personas eligen paisajes naturales o cultivados para disfrutar de su tiempo libre.
Foto de Rob Mulally en Unsplash
Cada uno de estos servicios ecosistémicos, está vinculado con el bienestar humano, así que los cambios en los primeros, afectan a los segundos a través de impactos en la seguridad, necesidades básicas, salud, relaciones sociales y culturales. Así mismo el bienestar está influenciado por las libertades y opciones de las personas, que contribuyen al desarrollo de sus valores (Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, 2003).
Diagrama: cómo crear historias | Fuente: Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, 2003; Millennium Ecosystem Assessment, 2005
Naturaleza ¿cómo?: los procesos naturales como base del diseño urbano
Si los humanos preferimos entornos naturales y estos nos aportan servicios ecosistémicos fundamentales para nuestra supervivencia y bienestar ¿qué estamos haciendo expulsando la naturaleza de nuestras ciudades?
Tenemos que renaturalizar nuestras ciudades y digo RE-naturalizar y no naturalizar, porque la naturaleza estaba antes que las ciudades y la hemos ido tapando y escondiendo. Ahora hay que recuperarla y reintegrarla en nuestro entorno. Y cuando digo renaturalizar, no me refiero simplemente a “verdear”, va más allá de poner plantas.
Los procesos naturales tienen que ser el tema principal en el diseño urbano. Michael Hough apunta seis principios (Hough, 1998, p. 031):
- Idear el espacio como un proceso en continuo cambio. Se trata de diseñar una estrategia que desencadene el espacio. Tenemos que entender el diseño como un proceso abierto en continuo cambio. Hay que huir de las imágenes idílicas fijas que no evolucionan con el tiempo. El espacio necesita cambiar con las estaciones y evolucionar con el tiempo, la naturaleza irá ocupando su lugar.
- Emplear una economía de medios para el máximo beneficio, a partir del mínimo esfuerzo.
- Incluir la diversidad como base para la salud medioambiental y social.
- Visibilizar y fomentar las conexiones entre seres vivos, en definitiva, visibilizar los procesos naturales.
- Incluir una educación ambiental que tenga en cuenta los problemas ecológicos.
- Integrar al ser humano en los procesos naturales.
A estos principios añadiría: incorporar Soluciones basadas en la Naturaleza, de las que hablaremos en otro texto.
Con estas premisas, un diseño urbano que integre la naturaleza tendrá que contar con estas características:
- Multifuncional
- Productivo y operativo
- Integrará ecología, personas y economía.
Con estos principios y características, los paisajes urbanos, podrán recuperar los servicios ecosistémicos perdidos. Entre otras capacidades podrán ser:
- Productores de alimentos y energía.
- Moderadores del clima.
- Conservadores de agua, plantas, animales y otros seres vivos.
- Generadores de recreo y diversión.
Si está en tu mano, actúa, podemos ayudarnos.
Fotografías e infografías:
(por orden de aparición)
Fotografía de Victor Grabarczyk en Unsplash
Fotografía de Naja Bertolt Jensen en Unsplash
Fotografía de Mika Baumeister en Unsplash
Fotografía de Jeremy Bezanger en Unsplash
Diagrama: cómo crear historias | Fuente: Natural England, 2010
Fotografía de Rob Mulally en Unsplash
Diagrama: cómo crear historias con iconos de noomtah, Smashicons, Freepik, Freepik, Dreamstale, Freepik, Good Ware y prettycons, todos ellos en Flaticon | Fuente: Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, 2003; Millennium Ecosystem Assessment, 2005
Fotografía de Sigmund en Unsplash
Bibliografía:
Barba, E. (2022, abril 2). Belleza y utilidad de las hierbas urbanas, plantas espontáneas que siempre están presentes. El País.
Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio. (2003). Ecosistemas y Bienestar Humano: Marco para la Evaluación. Resumen. World Resorces Institute.
Herbert, F. (2020). Dune. Debolsillo.
Hough, M. (1998). Naturaleza y ciudad: Planificación urbana y procesos ecológicos. Gustavo Gili.
Millennium Ecosystem Assessment. (2005). Ecosystems and humans well-being. Synthesis. Island Press.
Moura, J., Ferreira Júnior, W., Silva, T., & Albuquerque, U. (2017). Landscapes preferences in the human species: Insights for ethnobiology from evolutionary psychology. Ethnobiology and Conservation, 6, 1.
Natural England. (2010). «Nature Nearby» Accesible Natural Greenspace Guidance.
Rejón, R. (2021, marzo 27). La multiplicación del ocio al aire libre provocada por la pandemia incrementa la masificación en parques nacionales. ElDiario.es.
Wandersee, J. H., & Schussler, E. E. (1999). Preventing Plant Blindness. The American Biology Teacher, 61(2), 82-86.
Wilson, E. O. (2021). Biofilia. Errata naturae editores.
Foto de Sigmund en Unsplash