Categoría: biofilia
“—Es la propia vida la que aumenta la capacidad de un sistema cerrado para sustentar la vida —dijo su padre—. La vida aumenta la disponibilidad de nutrientes. Infunde más energía al sistema gracias a los enormes intercambios químicos que se producen de organismo a organismo.”
Dune, Frank Herbert (Herbert, 2020, pp. 407-408)
Infraestructura verde, soluciones basadas en la naturaleza, ecología urbana, servicios ecosistémicos, biodiversidad urbana, ¿renaturalización o naturalización? alimentación urbana… Si estas palabras clave te interesan, estás en el lugar apropiado, así que sigue leyendo.
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La máquina que irrumpe en la naturaleza
Estamos matando aquello que amamos, nuestro edén. No podemos existir en el mundo natural “sin poner en marcha la máquina que lo destroza”, como decía Edward O. Wilson (Wilson, 2021, p. 026).
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
A lo largo de generaciones, nuestro alejamiento y ambición de dominio sobre el entorno y los demás seres vivos junto a una comodidad creciente, ha fomentado la idea de la naturaleza como oposición a la ciudad.
Ya os hablaba en el artículo «Biofilia, integración de naturaleza y arquitectura» sobre la ceguera vegetal en la que estaba inmersa la humanidad. Hemos llegado a ser incapaces de percibir las plantas en nuestro entorno (Wandersee & Schussler, 1999). A esta ceguera, habría que sumar el aumento del dominio de “la máquina” que nos facilita la vida para provocar la desconexión con el medio natural.
La sociedad urbana y el medioambiente, han crecido por separado, es más, los humanos han ocultado los ciclos naturales en las ciudades o los han alejado. Según Michael Hough, nos enfrentamos a una problemática asociada muy amplia (Hough, 1998, p. 002). El crecimiento urbano, se ha desarrollado más con fines económicos que con una finalidad medioambiental o social, por lo tanto, se ha prestado poca atención a los procesos naturales que podrían dar forma a nuestras ciudades. Hemos sustituido un entorno fértil con bosques, campos, ríos… por uno estéril.
Ahora, después de la pérdida, nos damos cuenta que necesitamos naturaleza y corremos a encontrarnos con ella los fines de semana (Rejón, 2021).
La ciudad introduce procesos que contribuyen a contaminar el medioambiente. Por el camino, generamos una tierra estéril donde no se aprovechan los recursos y los subproductos que se generan. Es más, sólo se entienden los parques urbanos como espacios de disfrute y se ignoran el resto de beneficios que nos aportan.
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¿Para quién?
A esta problemática, tenemos que añadir unos valores estéticos separados de los procesos naturales, donde las plantas espontáneas son tachadas de “basura” por gran parte de la sociedad (Barba, 2022). No se entiende que la vegetación pasa por un ciclo donde su aspecto cambia y que ofrecen todo un catálogo de beneficios. Además, en el mundo no somos los únicos seres vivos, hay otros que nos acompañan y tienen sus necesidades.
El otro día en LinkedIn, cuando hice un post sobre mi participación en la mesa de diálogo “Naturaleza urbana, sí, pero ¿cómo y para qué?” en el Foro de las Ciudades, mi compañero de mesa Gabino Carballo, que es un defensor de la naturaleza y conoce de primera mano la problemática, abrió el debate allí mismo preguntándose: naturaleza “(…) ¿Para quién? ¿De verdad queremos más verde o solo es algo que decimos para quedar bien? ¿Quién quiere verde y por qué? Y más importante aún: ¿por qué tanta gente no quiere verde? (…) ”.
La naturaleza molesta, trae bichos, genera suciedad… Si parte de la sociedad no entiende para qué necesitamos renaturalizar nuestro entorno ¿para qué molestarnos?
Hace falta mucha educación para llegar a entenderlo. Aunque esa parte de la sociedad no lo sepa, necesitamos la infraestructura verde, nos acerca a nuestro hábitat natural y nos ofrece una larga lista de beneficios.
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Nuestro hábitat natural y cómo lo seleccionamos
Todos los seres vivos seleccionan su hábitat en función a su anatomía y fisionomía. Es el primer paso que dan para lograr su supervivencia (Wilson, 2021, p. 170). Existen determinadas condiciones ambientales para decantarse por un lugar u otro: humedad, temperatura, luz…
Edward O. Wilson decía que sería interesante preguntarse sobre el hábitat preferido del ser humano (Wilson, 2021, p. 173). Aunque puede pensarse que la humanidad es la única especie que puede vivir en cualquier parte, no es del todo cierto. Las personas manipulan el entorno de manera constante para mantener unas condiciones ambientales dentro de un margen. Cuando hemos pasado el nivel de subsistencia, es cuando invertimos tiempo en mejorar la apariencia, para hacerlo más habitable con criterios estéticos.
Al igual que otros animales, los humanos eligen sus hábitats según mecanismos de orientación y de un aprendizaje asentado a lo largo de generaciones.
Según Edward O. Wilson, hay pruebas arqueológicas que apuntan a que los primeros seres humanos vivieron en las sabanas africanas y luego en las praderas europeas y asiáticas. Es posible que la capacidad de andar de pie, fuera el factor determinante para la elección de este tipo de paisaje, donde poder recolectar frutas, tubérculos y cazar. Estos hechos están vinculados con lo que se conoce como “La Hipótesis de la Sabana” enunciada por Gordons Orians en 1980. Según su formulación, el ambiente por el que sentimos atracción se compone de tres elementos clave característicos de la sabana:
- Espacios abiertos con árboles, con abundancia de alimentos animales y vegetales en un paisaje donde fuera fácil localizarlos.
- Elevaciones topográficas, para vigilar extensiones de terreno amplias, junto con cuevas que servían de refugio nocturno.
- Vistas a superficies de agua, que proporcionan alimento y bebida, además de ser perímetros de defensa natural, pues pocos enemigos de los humanos podían cruzar las aguas profundas.
Este era el paisaje que buscaba el humano prehistórico, ahora, aunque compartimos esa necesidad de supervivencia, por lo general, es posible que no la saciemos en ese mismo entorno. Sin embargo, estas tendencias han pasado de ser necesidades vitales a ser necesidades estéticas de tal forma que las personas, cuando llegan a un lugar nuevo, tienden a ir a lugares altos y les gusta pasear por lugares con agua y arbolado. De esta manera, podría llegar a entenderse como estos elementos característicos de la sabana, pasaron a ser principios de diseño paisajístico.
Es más, existen numerosas teorías e hipótesis que tratan de entender la evolución de las preferencias para la elección de un paisaje u otro. Por si queréis profundizar en el tema desde la etnobiología, un equipo de científicos de diferentes universidades brasileñas (Moura et al., 2017), hacen esta recopilación donde apuntan que los humanos prefieren:
- Entornos naturales abiertos (Appleton 1975)
- Entornos naturales similares a la sabana (Orians 1980)
- Entornos naturales con agua (Ulrich 1983)
- Bosques abiertos y cerrados (Blumenschine 1986)
- Bosques cerrados (Andrews 1989)
- Entornos muy verdes con agua limpia (Kaplan and Kaplan 1989; Kaplan 1995)
- Cualquier entorno natural que ofrezca condiciones de supervivencia, reproducción y bienestar (Orians 1980; Orians and Heerwagen 1992)
De hecho, el organismo público del gobierno británico “Natural England” recomienda tener un espacio verde de al menos (Natural England, 2010):
- 2 hectáreas a no más de 300 m de distancia desde cada casa (unos 5 min a pie).
- 20 hectáreas a 2 km
- 100 hectáreas a 5 km
- 500 hectáreas a 10 km
(Con un mínimo de 1 ha por cada 1000 habitantes)
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No obstante, ya os hablé sobre nuestra necesidad de naturaleza en «¿Cuánta naturaleza necesitas? Érase una vez los baños de bosque”, así que parece lógico que tengamos preferencia por los entornos naturales a la hora de seleccionar nuestro lugar para vivir.
Además de elegir “el mejor” entorno, los seres vivos lo modifican en mayor o menor medida para adaptarlo a sus necesidades. Esta modificación forma parte del ecosistema, de tal manera que existe una suerte de simbiosis que hace que todo funcione en equilibrio. Sin embargo, los seres humanos han llevado al límite esta modificación y han creado un desequilibrio que altera las condiciones del planeta y contribuye así a generar el cambio climático.
Seguramente esto por sí solo no convenza a las personas escépticas, así que vamos a poner sobre la mesa lo que nos aporta la naturaleza.
Diagrama: cómo crear historias | Fuente: Natural England, 2010
Naturaleza ¿para qué?: los servicios ecosistémicos
No hay más que ver la amplia cantidad de beneficios que aporta la naturaleza para convencer a las personas escépticas de la necesidad de incluirla en nuestras ciudades. Estos recursos que nos benefician son los conocidos servicios ecosistémicos. Son un conjunto de funciones formalizadas por la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, organizada por Naciones Unidas.
Tras un estudio de cuatro años realizado por una comunidad científica internacional, los servicios ecosistémicos quedaron agrupados en (Millennium Ecosystem Assessment, 2005, p. 40):
Servicios de Apoyo: los necesarios para la producción de los demás servicios.
- Formación del suelo: muchos servicios dependen de la fertilidad del suelo.
- Fotosíntesis: producción de oxígeno.
- Producción primaria: los organismos asimilan o acumulan energía y nutrientes.
- Ciclo de nutrientes: dispersión y reciclaje de nutrientes esenciales para la vida que se trasladan y mantienen en los ecosistemas.
- Ciclo del agua
Servicios de Abastecimiento: los productos que se obtienen de los ecosistemas.
- Alimentos: derivados de plantas, animales y microbios
- Fibras: como la madera, el yute, algodón, cáñamo, seda, lana…
- Fuentes de energía: madera, estiércol y otros materiales biológicos que pueden servir como combustible.
- Recursos genéticos: genes e información genética
- Productos bioquímicos: medicinas naturales y productos farmacéuticos.
- Recursos ornamentales
- Agua dulce: necesaria para que exista la vida.También puede ser una fuente de energía y un servicio de apoyo.
Servicios de Regulación: los que se obtienen de la regulación de los procesos de los ecosistemas.
- Regulación de la calidad del aire: aportan y extraen productos químicos de la atmósfera.
- Regulación del clima: a escala local (por ejemplo, cambios en la cobertura del suelo pueden afectar a la temperatura y a la precipitación) y global (los ecosistemas secuestran o emiten gases de efecto invernadero).
- Regulación del agua: el suelo regula la escorrentía, las inundaciones y la recarga de acuíferos.
- Regulación de la erosión: la cubierta vegetal retiene el suelo y previene deslizamientos de tierra.
- Depuración de aguas y tratamientos de residuos: los ecosistemas pueden ayudar a filtrar, eliminar y descomponer los desechos.
- Regulación de enfermedades: los cambios en los ecosistemas pueden aumentar la cantidad de enfermedades de transmisión.
- Regulación de plagas: los cambios en los ecosistemas afectan a la proporción de plagas en cultivos y ganadería.
- Polinización: los cambios en los ecosistemas afectan a la distribución, abundancia y eficacia de los polinizadores
- Regulación de los peligros naturales: la presencia de ecosistemas costeros como manglares y arrecifes de coral, pueden reducir el daño causado por huracanes y olas grandes.
Servicios Culturales: los que obtienen las personas a través de la recreación y experiencias estéticas.
- Diversidad cultural: la diversidad de ecosistemas contribuye a la variedad cultural.
- Sistemas de conocimiento y descubrimiento científico
- Valores educativos
- Inspiración: para disciplinas como el arte y arquitectura entre otras.
- Valores estéticos: muchas personas encuentran belleza en los ecosistemas y lo vemos a la hora de disfrutar de entornos naturales y de elegir nuestro hábitat, como ya comentaba en el anterior apartado.
- Relaciones sociales
- Sentido de identidad y pertenencia a un lugar
- Valores del patrimonio cultural: muchas sociedades otorgan un alto valor al paisaje cultural y su mantenimiento.
- Valores espirituales y religiosos: muchas religiones asignan este tipo de valores a los ecosistemas o a sus componentes.
- Recreación y ecoturismo: las personas eligen paisajes naturales o cultivados para disfrutar de su tiempo libre.
Foto de Rob Mulally en Unsplash
Cada uno de estos servicios ecosistémicos, está vinculado con el bienestar humano, así que los cambios en los primeros, afectan a los segundos a través de impactos en la seguridad, necesidades básicas, salud, relaciones sociales y culturales. Así mismo el bienestar está influenciado por las libertades y opciones de las personas, que contribuyen al desarrollo de sus valores (Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, 2003).
Diagrama: cómo crear historias | Fuente: Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, 2003; Millennium Ecosystem Assessment, 2005
Naturaleza ¿cómo?: los procesos naturales como base del diseño urbano
Si los humanos preferimos entornos naturales y estos nos aportan servicios ecosistémicos fundamentales para nuestra supervivencia y bienestar ¿qué estamos haciendo expulsando la naturaleza de nuestras ciudades?
Tenemos que renaturalizar nuestras ciudades y digo RE-naturalizar y no naturalizar, porque la naturaleza estaba antes que las ciudades y la hemos ido tapando y escondiendo. Ahora hay que recuperarla y reintegrarla en nuestro entorno. Y cuando digo renaturalizar, no me refiero simplemente a “verdear”, va más allá de poner plantas.
Los procesos naturales tienen que ser el tema principal en el diseño urbano. Michael Hough apunta seis principios (Hough, 1998, p. 031):
- Idear el espacio como un proceso en continuo cambio. Se trata de diseñar una estrategia que desencadene el espacio. Tenemos que entender el diseño como un proceso abierto en continuo cambio. Hay que huir de las imágenes idílicas fijas que no evolucionan con el tiempo. El espacio necesita cambiar con las estaciones y evolucionar con el tiempo, la naturaleza irá ocupando su lugar.
- Emplear una economía de medios para el máximo beneficio, a partir del mínimo esfuerzo.
- Incluir la diversidad como base para la salud medioambiental y social.
- Visibilizar y fomentar las conexiones entre seres vivos, en definitiva, visibilizar los procesos naturales.
- Incluir una educación ambiental que tenga en cuenta los problemas ecológicos.
- Integrar al ser humano en los procesos naturales.
A estos principios añadiría: incorporar Soluciones basadas en la Naturaleza, de las que hablaremos en otro texto.
Con estas premisas, un diseño urbano que integre la naturaleza tendrá que contar con estas características:
- Multifuncional
- Productivo y operativo
- Integrará ecología, personas y economía.
Con estos principios y características, los paisajes urbanos, podrán recuperar los servicios ecosistémicos perdidos. Entre otras capacidades podrán ser:
- Productores de alimentos y energía.
- Moderadores del clima.
- Conservadores de agua, plantas, animales y otros seres vivos.
- Generadores de recreo y diversión.
Si está en tu mano, actúa, podemos ayudarnos.
Fotografías e infografías:
(por orden de aparición)
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Diagrama: cómo crear historias | Fuente: Natural England, 2010
Fotografía de Rob Mulally en Unsplash
Diagrama: cómo crear historias con iconos de noomtah, Smashicons, Freepik, Freepik, Dreamstale, Freepik, Good Ware y prettycons, todos ellos en Flaticon | Fuente: Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, 2003; Millennium Ecosystem Assessment, 2005
Fotografía de Sigmund en Unsplash
Bibliografía:
Barba, E. (2022, abril 2). Belleza y utilidad de las hierbas urbanas, plantas espontáneas que siempre están presentes. El País.
Grupo de Trabajo sobre Marco Conceptual de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio. (2003). Ecosistemas y Bienestar Humano: Marco para la Evaluación. Resumen. World Resorces Institute.
Herbert, F. (2020). Dune. Debolsillo.
Hough, M. (1998). Naturaleza y ciudad: Planificación urbana y procesos ecológicos. Gustavo Gili.
Millennium Ecosystem Assessment. (2005). Ecosystems and humans well-being. Synthesis. Island Press.
Moura, J., Ferreira Júnior, W., Silva, T., & Albuquerque, U. (2017). Landscapes preferences in the human species: Insights for ethnobiology from evolutionary psychology. Ethnobiology and Conservation, 6, 1.
Natural England. (2010). «Nature Nearby» Accesible Natural Greenspace Guidance.
Rejón, R. (2021, marzo 27). La multiplicación del ocio al aire libre provocada por la pandemia incrementa la masificación en parques nacionales. ElDiario.es.
Wandersee, J. H., & Schussler, E. E. (1999). Preventing Plant Blindness. The American Biology Teacher, 61(2), 82-86.
Wilson, E. O. (2021). Biofilia. Errata naturae editores.
Foto de Sigmund en Unsplash
Biofilia, esa palabra rara que nos acompaña y forma parte de nuestra naturaleza.
¿Conoces este término? Si sigues este blog, nuestras redes sociales, has visitado nuestra web o has asistido a alguna de mis ponencias, seguro que me has oido hablar de ello.
En este artículo, os voy a hablar de mi aproximación a la biofilia, esa afinidad que todas las personas sentimos por la naturaleza. Voy a recopilar todo lo que he contado sobre diseño biofílico en diferentes medios, a profundizar más en el tema y lo voy a aderezar con referencias, para que sigas tirando de ese hilo que nos conecta con la naturaleza. Lo cierto es que me lo piden mucho este tema para desarrollar en mis ponencias.
Siempre digo que llegamos a ser conscientes de esa conexión de diferentes maneras. Cuando hablamos de renaturalización, desarrollo sostenible, diseño regenerativo, economía circular o incluso bioconstrucción, por ejemplo, también nos estamos conectando con la naturaleza.
Cuando estudiaba en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), en el siglo pasado, descubrí esta afinidad aplicada a la arquitectura y desde entonces en cómo crear historias hemos ido desarrollando proyectos bajo esa mirada.
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Como cuento en el inicio del artículo “Los espacios de la terapia en la naturaleza”, un día comencé a llenar la casa y el estudio de plantas y me dí cuenta de lo mucho que me reconfortaba. Así pasaron los años, transformé mi entorno en una selva mientras incluíamos a la naturaleza en nuestros proyectos hasta que descubrí en el libro de Katia Hueso “Somos naturaleza”, que lo que me pasaba, tenía un nombre: biofilia y que lo he hacíamos era diseño biofílico o arquitectura biofílica (Hueso, 2017). Otras lecturas se sumaron y ya me quedé más tranquila, no sufría ningún trastorno, más bien, estaba huyendo del «trastorno por déficit de naturaleza» de Richard Louv (Louv, 2012).
Nuestra aproximación a la biofilia en la arquitectura tiene que ver con el acto de diseñar CON la naturaleza e incluimos Soluciones basadas en la Naturaleza donde los protagonistas de los espacios son los seres vivos (incluidas las personas) junto a un entorno que renaturalizamos.
¿Por qué?
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Nuestro interés en estos temas surge de cuatro necesidades: la creatividad, el contacto con la naturaleza y el apoyo mutuo junto con la mitigación y adaptación al cambio climático. Ya os lo comentaba en “Construir espacios, habitar lugares y conectarlos a las personas”.
Precisamente la biofilia pone nombre a esta necesidad innata que tenemos los seres vivos de contacto con la naturaleza. Se trata de un término que ideó Erich Fromm y que desarrolló con más detalle Edward O. Wilson (Wilson, 2003).
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El alejamiento de la naturaleza y la ceguera vegetal
A pesar de esta necesidad, al menos en España, pasabamos cerca del 90% del día en interiores según el estudio elaborado por AIMC en el año 2016 (AIMC, 2016), seguro que os suena este dato.
Lo cierto es que ya estábamos confinados en interiores antes de la pandemia y no éramos conscientes de ello. Pasábamos el día encadenando espacios interiores: de casa al coche, del coche a la oficina y vuelta. Si teletrabajamos, ya ni te cuento.
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Nos hemos alejado demasiado de la naturaleza, sobre todo del mundo vegetal y esto ha desencadenado una ceguera vegetal, un término acuñado por James H. Wandersee y Elisabeth E. Schuusler en 1999 y que viene a definir “la incapacidad para percibir las plantas en nuestro entorno” (Wandersee & Schussler, 1999).
Si muestras a diferentes personas fotos donde aparecen diferentes elementos en entornos vegetales, la mayoría sólo ve lo que no es vegetal, por ejemplo, si hay un perro en un precioso prado verde, dicen que ven a un perro en medio de la nada (RTVE, 2020).
Sin embargo, la biofilia existe, tan solo tenemos que ser conscientes de ella. Ya os hablé de la pirámide de la naturaleza de Tanya Denckla-Cobb y Timothy Beatley, basada en la pirámide de la alimentación y que sintetiza la dieta de naturaleza necesaria (Beatley & Denckla-Cobb, 2012).
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Esperemos que el porcentaje de “confinamiento inconsciente” disminuya, tenemos que poner de nuestra parte para que así sea pues pertenecemos a una especie que necesita caminar y estar en contacto con la naturaleza, en espacios exteriores.
La especie humana se inició cuando un primate se puso en pie en plena naturaleza, probablemente para poder ver mejor dónde encontrar comida. Luego comenzó a caminar y no paró. Es más, ese primate seguramente pasaba cerca del 100% de su vida en el exterior.
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¿A qué distancia necesitas un espacio verde?
Precisamente, el organismo público del gobierno británico “Natural England” recomienda tener un espacio verde junto a la biodiversidad que genera de al menos: 2 ha a no más de 300 m de distancia desde cada casa, es decir, a unos 5 min a pie; a 2 km de 20 hectáreas; a 5 km de 100 hectáreas y a 10 km de 500 ha, con un mínimo de 1 ha por cada 1000 habitantes. (Natural England, 2010)
Es más, en el estudio “Nature’s Role in Supporting Health during the COVID-19 Pandemic: A Geospatial and Socioecological Study” publicado en “International Journal of Environmental Research and Public Health”, detectaron mayores niveles de bienestar mental si el radio en el que se encontraba el espacio verde se situaba dentro de 250 m de distancia (Robinson et al., 2021).
[Infografía de cómo crear historias | Fuente: Natural England, 2010]
Estas distancias a espacios verdes junto a la dieta de naturaleza, nos permitirían librarnos del «trastorno por déficit de naturaleza» que comentaba antes, causado por nuestro alejamiento de la naturaleza y que conlleva repercusiones negativas en la salud y calidad de vida.
Es más, en el artículo científico “Does sleep grow on trees” se vincula el sueño insuficiente con la superficie de arbolado urbano en nuestras ciudades (Astell-Burt & Feng, 2020)
Muchas son las referencias que vinculan bienestar y cercanía a la naturaleza, todo indica que necesitamos un diseño biofílico en nuestro entorno.
[Fotografía de Thiago Matos en Pexels]
Los patrones del diseño biofílico
¿Dónde desarrollar este diseño? Nosotros la desarrollamos por un lado, en lo que Jan Gehl denomina como: “espacios entre los edificios” y por otro, en el diseño de edificios de nueva planta o en existentes, estableciendo siempre una relación entre el interior y exterior, a través de la naturaleza.
Con la pandemia de COVID-19 y otros desastres consecuencia del cambio climático, hay que reformular de manera urgente estos ámbitos y su relación. Cobra mucho protagonismo esa conexión entre el interior y el exterior, entre el urbanismo y la arquitectura, entre ciudad y espacio interior.
Si la biofilia es nuestra afinidad por la naturaleza, el diseño biofílico tiene en cuenta esta conexión y por ello integra la naturaleza en él.
La naturaleza no son sólo plantas, incluye ciclos, seres vivos, sensaciones…
Para ilustrar este tipo de diseño, me gustaría mostraros 14 patrones de diseño biofílico, clasificados en 3 categorías elaboradas por la consultoría ambiental Terrapin Bright Green, y coinciden bastante con nuestra aproximación. Son patrones relacionados con:
- La naturaleza en el espacio
- Las analogías naturales
- La naturaleza del espacio
Estos patrones son válidos para todo tipo de espacios y presentan reacciones biológicas contrastadas por estudios científicos que podéis consultar en la publicación original, aquí tan solo mencionaré esas reacciones (Browning et al., 2014, p. 12).
Cabe destacar que con posterioridad a esta publicación de Terrapin Bright Green, estos mismos patrones aparecen en la publicación “Lugares públicos de estancia con carácter biofílico. Manual de diseño” en cuya presentación participé (Pernas Alonso, 2020, p. 111)
Veamos cuales son estos 14 patrones:
[Fotografía de David Jorre on Unsplash]
Patrones de la naturaleza en el espacio
En el grupo de patrones de la naturaleza en el espacio, nos encontramos los que se refieren a la presencia directa, física y efímera en un espacio con plantas, agua, animales, sonidos, aromas y otros elementos naturales. Incluye:
- Una conexión visual con la naturaleza que permita la visión de elementos vivos como plantas, animales y procesos naturales entre otros. Este patrón está muy relacionado con estrategias de diseño tipo plantscaping. Esta conexión reduce la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, además de mejorar el compromiso, la atención mental, la actitud y la felicidad.
- Una conexión no-visual con la naturaleza mediante estímulos sensoriales (auditivos, táctiles, olfativos o gustativos) vinculados con la naturaleza. Reduce la presión sanguínea sistólica y las hormonas del estrés, impacta de manera positiva en el desempeño cognitivo además de mejorar la salud mental y la tranquilidad.
- Unos estímulos sensoriales no rítmicos, mediante conexiones aleatorias y efímeras con la naturaleza. Aportan un impacto positivo en el ritmo cardíaco, presión sanguínea sistólica y la actividad del sistema nervioso simpático.
- Unas variaciones térmicas y de corrientes de aire con cambios sutiles que ocurren en entornos naturales. Provocan un impacto positivo en el confort, bienestar, productividad y concentración. Además, mejoran la percepción de placer temporal y espacial.
- Una presencia de agua, percibida de manera visual, auditiva o incluso que se incorpore la posibilidad de tocarla. Este patrón, disminuye el estrés,el ritmo cardíaco y la presión sanguínea además de aumentar la tranquilidad. También provoca una mejora de la concentración, la percepción, la respuesta psicológica y restaura la memoria. Además, nos genera respuestas emocionales positivas.
- Una luz dinámica y difusa que cambia con el tiempo. Aporta un impacto positivo en el funcionamiento del sistema circadiano que nos ayuda a sincronizar el ritmo de sueño y vigilia. Además aumenta el confort visual.
- Una conexión con sistemas naturales que hacen tomar conciencia de los procesos naturales y cambios estacionales. Mejora las respuestas positivas de la salud y acentúa la percepción del entorno.
[Fotografía de Thuan Pham en Unsplash]
Patrones de analogías naturales
En el segundo gran grupo de patrones, nos encontramos con las analogías naturales que se refieren a representaciones orgánicas presentes en la naturaleza:
- Las formas y patrones biomórficos, por las que tenemos preferencia visual.
- La conexión con la naturaleza a través de los materiales, incluyendo en el diseño materiales y elementos de la naturaleza como la madera, lo cual disminuye la presión sanguínea diastólica, mejora el desempeño creativo y el confort.
- La complejidad y el orden, mediante una jerarquía inspirada en la naturaleza. Este patrón tiene un impacto positivo en las respuestas perceptuales y fisiológicas al estrés. Además, existe una preferencia visual por este tipo de orden natural.
[Fotografía de Marek Slomkowski en Unsplash]
Patrones de la naturaleza del espacio
Y por último, está el tercer gran grupo de patrones, los de la naturaleza del espacio, están:
- Las vistas en la distancia, que reducen el estrés, el aburrimiento, la irritabilidad y la fatiga, además de mejorar el confort y la percepción de seguridad.
- El refugio, es decir, un lugar para ponerse a resguardo, descansar del ajetreo, donde tu cabeza y espalda estén protegidas. Este patrón mejora la concentración, atención y percepción de seguridad.
- El misterio, con vistas parciales que esconden otros elementos y que nos produce una fuerte respuesta al placer.
- El riesgo / peligro controlado, mediante una amenaza visible de la que te sientas a resguardo. Esto genera fuertes respuestas de dopamina y también placer.
[Fotografía de Joe Pohle en Unsplash]
El doble planteamiento
En base a estos patrones ¿cómo abordar las intervenciones biofílicas tanto en exterior como en interior?
En cómo crear historias lo hacemos desde un doble planteamiento, a través de una metodología propia.
Por un lado, a escala humana, a través de la observación, la investigación de las huellas del lugar, la participación de las personas que habitan los espacios, en definitiva, el paisaje cultural, para realizar un análisis social, etnográfico que sirva de base para el diseño. Este análisis además, sienta las bases para la creación de una comunidad que siente como propio el proyecto y por lo tanto va a contribuir a su mantenimiento. Es fundamental trazar esos lazos con el entorno.
[Fotografía de Nick Bondarev en Pexels]
Relacionado con este planteamiento, ya os hable de Jan Gehl y los tres tipos de actividades básicas que son importantes conocer a la hora de diseñar espacios. También os hablé de la proxémica, que estudia la relación espacial entre las personas. En función de la situación y la confianza que tengas con la otra persona, mantienes una distancia u otra. Son rangos que varían en función también de un parámetro cultural. Conocer estas distancias es fundamental para poder diseñar espacios biofílicos donde las personas interactúen y se sientan cómodas, nosotros también somos naturaleza (Hueso, 2017).
[Infografía de cómo crear historias | Fuente: Hall, 1985]
Entrelazado con el análisis social, realizamos un análisis medioambiental y ambos estudios sirven de base para incorporar una serie de estrategias de Renaturalización a través de Soluciones basadas en la Naturaleza, con infraestructura verde que favorezca la presencia de flora y fauna autóctona, procesos y ciclos naturales, arbolado urbano que dialogue con el medio construido, cubiertas ajardinadas, muros verdes, SUDS…
[Infografía de cómo crear historias | Fuente: Hidrología Sostenible e Iglesias Diaz, 2013]
Una vez sentadas las bases de nuestra aproximación a la biofilia, podéis visitar La misteriosa historia del jardín que produce agua, nuestro relato construido que reúne algunos de los temas biofílicos que he ido mencionando.
Desde cómo crear historias buscamos personas que necesiten nuestra creatividad para mejorar su entorno a través de la naturaleza y la arquitectura.
¿Te sumas a este reto?
Fotografías e infografías:
(Por orden de aparición)
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Fotografía de Dan Gold en Unsplash
Fotografía de Asaph Guedes en Pexels
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Infografía de cómo crear historias | Fuente: Natural England, 2010
Fotografía de Thiago Matos en Pexels
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Fotografía de Thuan Pham en Unsplash
Fotografía de Marek Slomkowski en Unsplash
Fotografía de Joe Pohle en Unsplash
Fotografía de Nick Bondarev en Pexels
Infografía de cómo crear historias | Fuente: Hall, 1985
Infografía de cómo crear historias | Fuente: Hidrología Sostenible e Iglesias Diaz, 2013
Fotografía de David Frutos | Proyecto y dirección de obra de cómo crear historias
Bibliografía:
AIMC. (2016). AIMC Marcas revela que los españoles pasan casi 15 horas al día en casa.
Astell-Burt, T., & Feng, X. (2020). Does sleep grow on trees? A longitudinal study to investigate potential prevention of insufficient sleep with different types of urban green space. SSM – Population Health, 10, 100497.
Beatley, T., & Denckla-Cobb, T. (2012, agosto 7). Exploring the Nature Pyramid. The Nature of Cities.
Browning, W., Ryan, C., & Clancy, J. (2014). 14 Patrones de Diseño Biofílico. Mejorando la salud y el bienestar en el entorno construido. Terrapin Bright Green.
Hueso, K. (2017). Somos naturaleza. Viaje a nuestra esencia (1o edición: octubre de 2017). Plataforma Editorial.
Louv, R. (2012). Volver a la naturaleza: El valor del mundo natural para recuperar la salud individual y comunitaria. RBA.
Natural England. (2010). «Nature Nearby» Accesible Natural Greenspace Guidance.
Pernas Alonso, I. (2020). Lugares públicos de estancia con carácter biofílico. Manual de diseño. Cluster de Madeira e o Deseño de Galicia.
Robinson, J. M., Brindley, P., Cameron, R., MacCarthy, D., & Jorgensen, A. (2021). Nature’s Role in Supporting Health during the COVID-19 Pandemic: A Geospatial and Socioecological Study. International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(5), 2227.
RTVE. (2020, 26). La internet del bosque. En El escarabajo verde.
Wandersee, J. H., & Schussler, E. E. (1999). Preventing Plant Blindness. The American Biology Teacher, 61(2), 82-86.
Wilson, E. O. (2003). Biophilia. Harvard University Press.
[Fotografía de David Frutos | Proyecto y dirección de obra de cómo crear historias]